Teatro y Drama Cristiano
Lejos de ello aquella celebración estuvo llena de envidia, contienda, soberbia y traición. Y seréis mis discípulos trata de reflejar los sentimientos de Jesús y sus discípulos aquella noche en que por última vez celebraban la Pascua.
La obra está basada en las Escrituras e intenta mostrar la cronología que se dio antes de que Judas fuera expulsado y Jesús se dirigiera al monte de los Olivos para ser arrestado. La verdadera lección de Jesús está en servir unos a otros a través de la humildad.
Personajes
Anás
Caifás
Sirvienta
Judas
Jesús
Jacobo
Juan
Andrés
Felipe
Bartolomé
Mateo
Tomás
Jacobo 2
Tadeo
Simón
Fragmento
Escena 1
Escena 1
Caifás-El ambiente
está muy agitado Anás, creo que debemos tomar una decisión definitiva y cuanto
antes mejor.
Anás-Es ya muy
grande el alboroto que se ha hecho en torno a Jesús de Nazaret, ningún líder
del nación judía había incitado tanto al pueblo contra los líderes religiosos.
Caifás- Esto es inconcebible,
no es posible que un vil carpintero venga a alborotar a las multitudes y a
ponerlas en contra de las leyes de Moisés. ¿Te das cuenta Anás cómo el poder
del Sanedrín está siendo cuestionado por la plebe?
Anás- Así es
Caifás, nunca ningún líder religioso se había levantado contra la autoridad del
sumo sacerdote ni del consejo de los fariseos, ni siquiera el mismo gobierno de
Roma ha estorbado tanto a los propósitos de la ley Judía.
Caifás- Esta
situación se sale de control, ¿habéis oído del tal Lázaro que fue resucitado?,
¿De los cojos y los ciegos que han sido sanados en días de reposo?, ¿la
multiplicación de los peces y los panes? Sólo el poder de los demonios pudo
hacer semejantes milagros y las noticias han llegado a oídos del mismo César. Ni
nosotros con toda nuestra purificación hemos logrado hacer lo que hace este
hombre de nuestro mismo pueblo.
Anás- ¿Y qué me
dices de los mercaderes que fueron sacados a latigazos del templo?, ¿Acaso no
es eso atropellar la autoridad del sumo sacerdote?, yo mismo he perdido mi
negocio cuando ese rebelde tiró al suelo las mesas de los cambistas. Debimos
haberlo encarcelado en ese momento acusándolo ante Herodes de actos violentos.
Caifás-
¿Encarcelarlo? pero si se protege las espaldas con su sequito de discípulos,
criminales y analfabetas, pescadores y ex recolectores de tributos traidores al
César, como ese hombre de nombre Marcos que dejó la mesa de los tributos
abandonada y se largó con el tal Jesús.
Anás- Ya no
podemos esperar para darle muerte a ese charlatán, ahora tenemos que buscar la
manera de atraparlo para llevarlo a la cárcel y acabar de una vez por todas con
este caos que socava la autoridad de los sacerdotes y compromete nuestra buena
relación con Pilato.
Caifás- Aún los
estatutos que hemos escrito con nuestras propias manos son ridiculizados por
éste que la plebe llama Maestro.
Sirvienta- Señor…
Caifás- ¿Qué
deseas?, estamos discutiendo un asunto de suma importancia.
Sirvienta- Les
busca cierto hombre que desea proponer un negocio con respecto a Jesús de
Nazaret.
Caifás- Tal vez
sea alguien que se ofrezca para matarlo.
Anás- Nos daremos
por bien servidos si al menos nos vende información para meterlo en la cárcel.
Caifás- Haz pasar
de inmediato al hombre que desea hablar con nosotros.
Entra Judas
Anás- Y bien, buen hombre, ¿Cómo te llamas?
Judas- Mi nombre es Judas Iscariote.
Escena 2
Juan y Felipe intercambian miradas y Juan toma el lebrillo de agua para
lavar los pies.
Juan- (con la
bandeja en manos) Mira Marcos, esta noche tendrás el privilegio de lavarnos los
pies a los discípulos.
Felipe- Sí Marcos,
echamos suertes para ver quién era el afortunado en lavar los pies y tú
ganaste.
Mateo- Disculpen,
pero cuando fui recaudador de impuestos yo tuve a los sirvientes que lo
hicieran para mí, difícilmente estoy capacitado para hacer esta tarea.
Tomás- ¿Y tú
Juan?, ¿porqué no aportas algo además de desear sentarte a la diestra de
Jesús?
Juan- Yo debo
atender al Maestro en la mesa, en tareas importantes y no en trivialidades,
debo estar cerca de El por si algo se le ofrece.
Jacobo- Por favor,
dejemos esa tarea, no vale la pena ensuciarnos las manos lavándonos los pies,
no creo que al Maestro le importe, ocupémonos de la cena que se hace tarde.
Tomás- Además,
después de que María derramó un alabastro de perfume de trescientos denarios
sobre sus pies y otra mujer lo hizo con sus lágrimas, ¿qué importancia puede
tener el lavarlos con agua?
Mateo- ¿Acaso
alguien aquí tiene un perfume de tal valor para derramarlo sobre los pies
del Maestro?
No hay comentarios:
Publicar un comentario